Sunday, October 29, 2006

"Entre la lujuria y la pereza" (segunda función)


Es sabido que las segundas funciones son "raras". En el caso de "Entre..." la rareza se hizo sentir muy rápido. Me había acostumbrado (en ensayos con invitados y también por lo que ocurrió en el estreno) a escuchar risas a los pocos segundos de empezar a hablar. Sin embargo, en la segunda función el silencio era lo que resonaba. Más todavía, pasaban los minutos y nadie se reía. Mi primera reacción fue pensar: "Algo está saliendo mal". Por suerte, en seguida dejé esa idea y seguí intentando que no me preocupara. También es cierto que algunas risas y carcajadas empezaron a aparecer (en algunos casos aparecián en lugares inesperados para mi).
El público es siempre diferente, ya se sabe, pero a veces me pregunto cómo puede ser que el mismo texto, la misma actuación peguen tan diferente a unos y otros. Y también me pregunto si habrá una especie de "contagio" en el público. Sobre todo cuando se trata de risas. Pero también cuando los estados son otros. Es claro que por más que las personas sean todas diferentes no existe (que yo sepa) una razón para que en una función se agrupen los risueños, en otra los tristes, en otra los melancólicos, etc. Y sin embargo...
Al terminar la función en padre de Juan (mi co-equiper en esta obra) me dice: "Al lado mío había una mujer que se reía mucho y yo me preguntaba 'De qué se ríe' porque a mi me parecía dramático lo que pasaba".
Siento que las carcajadas del público me potencian la veta cómica y me impulsan en ese sentido, pero ayer, el profundo silencio que percibí en algunos tramos me impulsaba hacia otro lado y sobre todo al final, creo que me puse más dramático que de costumbre. ¿Contagio?

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