En el Teatro San Martín de Buenos Aires se estrenó "Viaje de un largo día hacia la noche" de Eugene O'Neill.
Más allá del excelente trabajo de todo el elenco, me resultó impactante la vigencia de una obra escrita en la primera mitad del siglo pasado. Se trata de lo que hoy llamaríamos una "familia disfuncional" (padre borrachín avaro y narcisista, madre drogadicta, hijo mayor envidioso y alcohólico, hijo menor tuberculoso y padeciente - el propio O´Neill-). Una familia común en muchos sentidos y donde las cosas se dicen sin anestesia.
Sin embargo siempre que voy al teatro (en el circuito oficial o en el comercial) me pregunto ¿por qué tan poca gente joven en el público?. Cuando se trata del circuito comercial hay sin dudas un obstáculo que es el precio de las entradas, pero en los Teatros del Gobierno de la Ciudad (pese al la horrible gestión en materia de cultura), aún se conserva la tradición de ofrecer espectáculos de buena calidad a muy buen precio. Entonces, por qué será que por lo menos el sesenta por ciento de la concurrencia está por encima de los cuarenta años. Un misterio para mi.
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